Publicado en La Diaria el 28/11/2011. Reseña por Mauricio Bosch.


Desde hace ya rato nuestro país se ha caracterizado por tener buenos cantautores, materia que nos debería llenar de orgullo y que me exime de nombrarlos, pero a las nuevas generaciones que empuñan la guitarra y canción se les hace cuesta arriba llegar. Quedan en una especie de limbo que acumula generaciones y discos sin la debida repercusión, salvo el privilegio de unos pocos,  en los que en ocasiones –vale decirlo- prima el astuto accionar mediático sobre el talento.  No es cuestión de destronar a nadie, sino simplemente de momentos -y, fundamentalmente, de público escaso- algo que se acentúa si sumamos que esta clase de música necesita una escucha más atenta en ámbitos más sutiles. No obstante, las nuevas generaciones se arman de artilugios técnicos para saltar obstáculos y llegan al ansiado público, eludiendo así filtros institucionalizados.

Un ejemplo claro es el trabajo de Pedro Restuccia, quien de forma independiente llega a su tercer disco, Canciones hogareñas, disponible en su propia web, en ese gran espacio democrático que es internet, al igual que sus trabajos anteriores, Capicúa (2008) y Jardín Interior (2009), para que cualquiera pueda disfrutarlos sin gastar un peso y sin moverse de su casa.

Claro que eludir a la industria no significa nada ni indica que todos los discos de descarga gratuita sean buenos: se trata de una herramienta a utilizar y que, vista desde otro ángulo, carece de filtro selectivo de la industria y, en muchas ocasiones –sino en todas-, de una calidad de sonido aceptable. Pero el problema de la calidad de sonido no es el caso de Restuccia, quien prácticamente se crió en un estudio profesional de grabación, donde se hicieron infinidad de discos entre los que figuran varios de Jaime Roos. Pero entre las virtudes de producir de forma “hogareña” –este disco fue grabado por Pedro en su casa y no en el estudio- sobresale la cuestión del momento propicio y de la comodidad, es decir, captar la frescura del instante sin la presión de los costos de estudio por horas. Justamente el booklet del CD dice: “Canciones hogareñas son todas composiciones del año dosmil diez y de mi casa de la calle Susviela. Grabaciones de primer impulso, inspiración a flor de piel y melodías emocionales”.

Restuccia es un cantautor a medio camino de la barrera que separa los 20 de los 30. Canciones hogareñas es un pasaporte a la intimidad de sus composiciones de sonoridad folk  y tono introspectivo, romántico y sensible, que remiten a un híbrido entre Spinetta y Graham Nash, sobre todo al primero, tanto por la forma de cantar como cierto abuso de efectos como chorus y reverb. Es un disco en el que Pedro produce, graba, compone, canta y toca casi todos los instrumentos –principalmente guitarras- y en el que es ineludible la referencia al glorioso disco Kamikaze (1982), de Luis Alberto Spinetta,  más allá de que El Flaco haya garbado de la misma manera varios discos más, como dijeran aquellos cuatro muchachos, “con una pequeña ayuda de mi amigos”.

Kamikaze y Canciones Hogareñas comparten la sonoridad acústica intimista y algunas cuestiones armónicas, más allá que para Restuccia Spinetta es una influencia muy fuerte, a pesar de que no cae en la parodia a lo Admirante Brown, el personaje de Peter Capusotto. Es un disco de un buen guitarrista de cuerdas de acero, con reminiscencias a Bruce Cockburn, James Taylor y Crosby, Stills, Nash & Young, lo que denota una buena cultura discográfica si se tiene en cuenta su edad. Son 14 canciones breves –una sóla sobrepasa los tres minutos- de las cuales “Ladrarán los perros de mi cuadra / cuando las palomas se deslicen / por sus patios y jardines./ Anunciarán que ahí viene el peligro, / anunciarán que se viene la lluvia,/ son las sirenas del barrio”; así retrata la cotidianidad del barrio en luminosa rítmica folk. En “Cuando no hay fútbol” es romántico sin caer en la cursilería:” Mi confesión previa al dormir / no habla de alcohol, / no habla de drogas; / habla de ti!. Y en la brevísima e instrumental “Susviela” (0.38)  parece homenajear a David Crosby y a aquella hermosa “Guinevere”.

En conclusión, se trata de un disco acústico de flok pop, etéreo,  sutil y breve, de un músico que bien merece la pena escuchar y que podrás tener en tu casa mediante un par de clics. ¿Ya lo descargaste?